A Dios le importás

09.04.2015 09:01

A Dios le importás

No me canso de repetirlo (después de leer el libro español que lleva un título similar) porque muchos no terminan de enterarse. Pienso que es lo único que cualquier cristiano no puede olvidar jamás. Y si muchas veces lo olvidamos es porque hemos dejado de tratarlo o porque le tratamos de la manera incorrecta. Por eso el subtítulo: Hacéte ateo de ese Dios aburrido que tenés en la cabeza. Porque ese Dios ni existe ni nadie podrá nunca enamorarse de un Dios aburrido… Quiero que éste artículo sea tan solo una invitación seria a eso… a tomarse a Dios en serio, a ser coherente con tu vida, a descubrir el modo de hacerlo y a saber transmitirlo a los demás. Y si para eso hay que cambiar algunas cosas, no tengás miedo en intentarlo.

 

La adolescencia no es una barrera

La adolescencia no es una barrera para tratar a Dios. Te transcribo unas palabras del Papa Francisco que se hicieron famosas con el reciente mundial: Jesús nos pide que le sigamos toda la vida, nos pide que seamos sus discípulos, que «juguemos en su equipo»… Pues bien, ¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Tiene que entrenarse y entrenarse mucho. Así es nuestra vida de discípulos del Señor. (…) Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo, nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, allá en la vida eterna... Pero nos pide que paguemos la entrada. Y la entrada es que nos entrenemos para «estar en forma», para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe. A través del diálogo con él, la oración… (…) ¿Yo rezo? Cada uno se contesta. ¿Yo hablo con Jesús? O le tengo miedo al silencio. ¿Dejo que el Espíritu Santo hable en mi corazón? ¿Yo le pregunto a Jesús: “Qué querés que haga”, “qué querés de mi vida”? Esto es entrenarse. Pregúntenle a Jesús, hablen con Jesús. Y si cometen un error en la vida, si se pegan un resbalón, si hacen algo que está mal, no tengan miedo: “Jesús, mirá lo que hice, ¿qué tengo que hacer ahora?”. Pero siempre hablen con Jesús, en las buenas y en las malas… Eso es la oración. Y con eso se van entrenando en el diálogo con Jesús en este discipulado misionero. Al escribirle a adolescente y padres de adolescentes sabrás que muchas veces hay que escucharles, darles el micrófono y es algo que he tenido oportunidad durante el año que ahora terminamos. Démosle la oportunidad a Dios de hablarnos, de hablarte, como un adolescente.

Pero, ¿Dios habla? ¿No será que me estoy comiendo el mate? A Dios le importás!!! Cuando uno sabe que hay una chica que está loca por uno, uno se la cree y se crece. Algo similar debería pasarnos con Dios: somos importantes para Él en todo momento de nuestra vida y más en nuestra juventud. El Señor nos dijo: Es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer (Lc XVIII, 1). Dios mismo nos aconseja la oración. La clave es aprender a rezar, rezando.

¿Nos entrenamos en la oración? ¿De dónde saca el Papa Francisco tanto empuje si no es de su oración matutina y de sus ratos de adoración vespertinos? El Evangelio nos da las pautas para que sepamos ser esa alma de oración que necesitamos en la Iglesia. A la mañana, mucho antes de amanecer, se levantó, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba (Mc I, 35). Pero Él se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración (Lc V, 16). Y la oración de Cristo en el Huerto de los Olivos. Llegado allí, díjoles: Orad para que no entréis en tentación. Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y, puesto de rodillas, oraba, diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya (Lc XXII, 40‑42). Flor de oración para ese momento ten trágico y tremendo: querer en todo momento la voluntad de Dios.

 

El esfuerzo de la oración

Las palabras de Jesús, decía el Papa “emérito” Benedicto XVI a unos jóvenes, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida.Hagamos esfuerzo por hacer de nuestra vida una vida de oración. Enamorados de ése Dios a quien le importás.

Es normal que de unos padres de raza blanca nazca un hijo de la misma raza. Y al contrario: de padres chinos, bebés chinos; de padres de color, hijos negritos… Lo extraño, y hasta sospechoso, sería que de unos padres blancos naciera un bebé… chino. Tan lógico como que de abuelos y padres blancos nazcan hijos blancos, es que de abuelos cristianos y padres cristianos nazcan hijos cristianos y aún más: que entre esos abuelos, padres e hijos haya no pocos que entreguen a Dios la totalidad de sus vidas en el celibato o la virginidad. ¿De dónde, si no, saldrán las vocaciones? De padres blancos… hijos blancos. Muchos de ustedes, en efecto, tienen la suerte de pertenecer a una familia estupenda y católica, llena de dones tanto materiales como espirituales. No seamos cobarde ante la sociedad que no quiere reconocer a Dios. Hasta que no tengamos fe en Dios, saber que le importamos, no podremos encarar la vida cristianamente.

 

La adolescencia es el inicio de algo único

A ustedes, que están en el comienzo del camino de la vida, nos decía el Papa Francisco en la última JMJ, les pregunto: ¿han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado en cómo pueden ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren los talentos! Apuesten por ideales grandes, esos ideales que ensanchan el corazón, los ideales de servicio que harán fecundos vuestros talentos. La vida no se nos da para que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino que se nos da para que la donemos. Queridos jóvenes, ¡tened un ánimo grande! ¡No tengáis miedo de soñar cosas grandes! La adolescencia es la edad laboratorio de toda la vida y una bendición porque todos somos ó hemos sido el inicio de algo único. Los jóvenes saben que no son sólo promesa pero si además saben que son importantes para Dios podrán hacer mucho más. ¡Ánimo grande! No nos cansemos nunca de rezar con ellos y de enseñarles a rezar, rezando.

No tengamos miedo a enamorarnos de Dios que está buscándote aunque intentes esconderte. Siempre nos queda la oración para dirigirnos a Dios a pesar de nuestros miedos. God I need you, canta una canción norteamericana animándonos a buscar en Dios nuestra única defensa, levantándonos cuando venga el pecado, porque Jesús es nuestra único sustento. Acudí a la Confesión frecuente y sabé que Dios no se cansa nunca de perdonarnos. No tengás miedo como tampoco temió María al saber que era elegida madre de Dios.

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¿Por qué ir? Porque es una de tus reuniones más importantes del mes, porque querés rezar por tu familia, por tus amigos e hijos, porque necesitás parate y pensar las cosas, porque tenés una familia asombrosa y sería bueno agradecérsela a Dios más seguido, porque querés rezar por el Papa, etc. 
Predica el P. Fabricio Melchiori